Estados Unidos Costa Este: Boston, Niagara y Washington.





2005
El viaje de mis sueños: Estados Unidos
Un largo año de preparación y planificación.
Fecha de comienzo de la expedición: 8 de Octubre.
Duración de la expedición: 15 días. 7 en ruta, 7 en Nueva York.
Miembros expedicionarios: 3 ( Miriam, Joaquín y Rosi)
Itinerario: 7 días recorriendo en coche tres estados.

Sábado día 8 de Octubre. Salimos de Madrid con Iberia rumbo JFK. Llegamos al aeropuerto a las 7 p.m. hora local, que entre recogida de maletas, y etc se nos hicieron... las tantas. Y además el JFK es una locuuuuura. Menos mal que la primera noche la habíamos reservado en un hotel del aeropuerto, el Ramada Plaza, pero aún así llegar hasta el hotel con las maletas, lloviendo y sin enterarnos de nada fue toda una odisea. Me ahorraré las penurias del tren aéreo y etcéteras... solo aclarar, para quien lo necesite, que el tren del aeropuerto es gratuito, no hay que sacar tikets. Nos costó veinte minutos de subir y bajar escaleras descubrirlo.
Llegamos al Ramada casi a las 9, descubrimos que el hotel estaba fenomenal y empezamos a entusiasmarnos con la idea... estábamos en Estados Unidos!!!! Era un sueño hecho realidad. Tiramos las maletas en el suelo de la habitación y salimos disparados a la planta baja, que tenía mucha animación. Había un bar gigante lleno de gente tomando cervezas y cantando karaoke. En medio había una barra con taburetes altos y allí nos pusimos. Mientras mirábamos la carta vimos que el hotel tenía salones de boda y que de ellos salía gente de lo más pintoresca. Parecía la boda de la familia Wislow!!! Todos gigantes, llenos de cadenas de oro y joyas y ropas estrafalarias... las mujeres con guantes de tul y sombreros... y nosotros comiéndonos en la barra del bar una pedazo de hamburguer gigante con los ojos como platos, dándonos codazos y sin poder parar la risita nerviosa.

Cuando llegamos a la habitación caímos en la cama como si nos hubiesen disparado.

Domingo día 9. El Jet Lag hizo aparición y a las cinco de la mañana estábamos de pie, entre los nervios y el cambio de hora... Remoloneamos por la habitación haciendo tiempo, organizamos las maletas, y bajamos a desayunar un súper buffet de frutas en el hotel. Hubo un poco de confusión porque cuando reservamos el hotel se suponía que tenía el desayuno incluido y luego resultó que no. Pero un camarero hispano muy amable nos recomendó cómo hacerlo para que saliera más barato. De nuevo de vuelta en el aeropuerto recogimos el coche de alquiler en Hertz. Un poco de follón para salir del aeropuerto, un poco más de follón para orientarnos por las carreteras, pero finalmente y gracias a mi súper habilidad como copiloto, tomamos la carretera rumbo a New England.

!Qué emocionante conducir por esas carreteras! Cuando vimos el primer MC Donals en la carretera paramos a hacerle unas fotos... luego, a lo largo del viaje, habremos visto unos doce millones de MC Donals. Pero era el primero y claro... lo rodeamos, hicimos fotos de los dispensadores de periódicos, de los camiones aparcados…

Continuamos el viaje y comenzamos a atravesar unos paisajes preciosos... íbamos con la boca abierta por una autopista bordeada de bosques de colores impresionantes y pequeños lagos. En el margen de la carretera comienzan a aparecer animales dispares: mapaches, tejones, ardillas, ciervos, perritos de las praderas…asombroso.

Nuestra primera parada es en Southborough, al oeste de Boston, teníamos reservado el hotel Reed Roof Inn (http://www.redroof.com/reservations/property-detail.aspx?pid=00075#tab). Un hotel de carretera muy bonito, rodeado de bosque.
 La habitación da directamente a la calle, como habíamos visto tantas veces en el cine, y aparcamos el coche en la puerta. Nuestra habitación tiene dos grandes camas, baño completo, un escritorio y cuatro caballetes para poner las maletas, lo cual nos viene de maravilla.

Nos entretenemos haciendo fotos en el aparcamiento del hotel, que parece que se pierde en el bosque. La verdad es que el paisaje en Massachusets es una pasada, precioso, espectacular, sobre todo en otoño. Árboles de todos los colores imaginables, lagos rodeados de casitas de madera, bosque hasta donde alcanza la vista…



Comimos en un Wendys junto al hotel y luego nos desplazamos hasta SALEM.


 Nos gustó muchísimo y echamos la tarde de paseo, con cara de embobaos, fotografiándolo todo. Es un pueblo pequeñito, con casas coloniales, puestos callejeros y un puerto muy bonito. Como era domingo y estábamos en el mes de Halloween había espectáculos callejeros de gente disfrazada, tragafuegos y un mercadillo.





 Cenamos en el puerto, en el Vistoria Station (http://victoriastationsalem.com) un restaurante muy romántico iluminado con cientos de lucecitas y una gran cristalera, con los barcos frente a nosotros. Sopa casera, pan de cereales con mantequilla y pescado con patatas. De vuelta al hotel a descansar.





Lunes 10. Llegamos a Boston tras desayunar en un Dunkin Donuts junto al hotel y seguimos alucinando. Aparcamos bajo el Boston Common y resultó que por ser día festivo tenían tarifas especiales. Pagamos unos 12 $ el día completo. Vimos en el parque un festival de deportistas y unas carreras... muy americano, globos, banderines...





Y a flipar con las ardillas. Hay miles! Nos sentamos unos minutos a hacerles fotos y darles de comer.
Después de una parada en la oficina de turismo para coger unos mapas, recorrimos el Freedom Trail (una línea amarilla pintada en el suelo) viendo todos los monumentos del centro.



 Nos encantó el Quincy Market y nos planteamos comer allí, pero era pronto y aun teníamos los donuts del desayuno a medio camino así que seguimos. Caminamos hasta la casa de Paul Revere y luego cogimos el metro y cruzamos a Harvard para ver el recinto de la universidad.



 Esperábamos verlo en todo su apogeo por que era lunes, pero no sabíamos que era festivo, ya que era el Columbus Day,  así que al final lo vimos vacío. Aun así, nos gustó mucho.



Comimos cerca y paseamos por el río, donde había decenas de piragüistas entrenando y barquitos de vela. Nos quedamos un rato por la orilla del río por que estaba muy bonito, rodeado de patos y con los barcos.



 Después callejeamos un poco por las bonitas calles de edificios de madera y volvimos a coger el metro para acercarnos hasta el Longfellow Bridge. Queríamos cruzarlo a pie para disfrutar las vistas desde arriba, y la verdad es que nos gustó mucho.




Había niebla alta y los rascacielos se perdían en ella, así que teníamos una bonita vista del río, los primeros edificios y los rascacielos de fondo, perdiéndose en el cielo. Nos entretuvimos bastante en el puente y después recorrimos Beacon Hill, un bonito barrio de ladrillos rojos. Hago un inciso para explicar que durante el día habíamos descubierto algunos carteles que, para un español, son como mínimo cómicos. En Beacon Hill había un anticuario con un gran cartel que anunciaba Anticuario Del Marika. Y por la mañana vimos una tienda que se llamaba Pedos Express. No sé que venderían, pero vamos. Bueno, sigo contando, a última hora y cuando ya no podíamos ni con el alma de cansancio nos tomamos una cervecita en el mítico CHEERS.



Emprendemos la vuelta al hotel, parando antes en las afueras para hacer unas fotos del skyline iluminado.


 Por cierto, en el camino de regreso nos perdimos y tardamos más del doble en llegar al hotel. Encima con los nervios de no saber por donde te metes. Finalmente llegamos al Red Roof, aparcamos y cenamos en el Weltys, tan ricamente.


Nos encantó Boston. Es una ciudad para quedarse a vivir.

Martes 11. Madrugamos, y partimos dirección Niagara. Paramos en la autopista en un Dunkin Donuts y nos zampamos dos por barba y un súper café.





 Tres horas después, y aún con los ojos como platos por los impresionantes paisajes, nos salimos de la carretera y buscamos algún sitio pintoresco para comer.
Y lo encontramos. Llegamos a un pueblito llamado Seneca Falls. De película. Una sola calle principal, un río con fabricas antiguas, casitas de madera, una mini escuela con cortinitas en las ventanas, un par de comercios... !qué bonito! 

Comimos en un Deli (Plaza Deli) que parecía sacado de Grease, y nos transportamos a los años 60. Parecía que en cualquier momento iban a entrar por la puerta Danny y Sandy. Todo el mundo nos miraba, fuimos la atracción del día, se ve que no paran muchos turistas. Nos hubiera gustado quedarnos allí el resto de la tarde, pero teníamos mucho camino por deltante.


Dos horas y pico despues llegamos a Niagara, cruzamos la frontera, enseñamos pasaportes, buscamos el hotel... qué hotelazo!!!! Nos sorprendió por que había salido super barato y era un hotel genial. El Clarion By the Falls, tiene habitaciones enormes con sillones frente a las ventanas, baño completo y piscina climatizada. 



Nos instalamos y salimos a pasear. Casi nos desmayamos cuando nos las encontramos de frente. Anochecía y ya las habían iluminado, es un recuerdo imborrable.



SIN PALABRAS.



Cenamos en Coco´s (http://www.holidayinnniagarafalls.com/dining.php) un restaurante muy bonito junto a la torre Skylon, unas pizzas riquísimas en horno de leña y un super helado y a descansar al hotel, que estábamos muertos de agotamiento.

Miércoles 12. Nos pasamos todo el día con la sensación de no estar allí de verdad, de estar soñando o viéndolo en la tele.


 Cogimos el Maid of the Mist, el barco que te lleva hasta el centro de la catarata. Nos dan los famosos chubasqueros de plástico, pero aun así nos empapamos. Merece la pena pagar el barco porque la sensación de estar debajo de la catarata, sentir el agua, estar rodeado por el estruendo que hace al caer... es imborrable. 

Estamos tan alucinados que hacemos mil fotos, recorremos todos los miradores y subimos y bajamos mil veces el camino para verlas desde todos los ángulos.

 
Queríamos subir  al observatorio del Skylon, la torre panorámica, para verlas desde otra perspectiva más. También disfrutamos de las vistas desde las alturas. 


Cuando ya estamos satisfechos de cataratas, damos una vuelta por los alrededores visitando un elegante y psicodelico centro comercial (con limusinas y coches deportivos aparcados en la puerta), el casino y las calles de alrededor.   







Por la tarde, agotados y después de comer muy bien en una hamburguesería chulísima, descansamos un poco en el hotel. Aún no nos habíamos repuesto ni del viaje y no habíamos parado ni un minuto.

Así que toca siesta,  piscinita cubierta y  episodio de Dawson Creek en inglés...


... y a  ver de nuevo las cataratas de noche, qué ooooooh... son impresionantes. Nunca te cansas de verlas.



De lo único que te cansas es de estar todo el día empapado, por que levantan tanta agua pulverizada que te pasas todo el tiempo con el pelo mojado.

Nos despedimos de las cataratas y caminamos hasta la calle principal, que es sorprendente por que parece un  Las Vegas en miniatura: lleno de casinos, luces de neón, restaurantes, tiendas de souvenirs, atracciones turísticas… un poco friki, pero curioso. Para nada te esperas encontrar esta maravilla de la naturaleza rodeada de neones. 



 Finalmente cenamos en un restaurante italiano muy coqueto, una selección de pastas con salsas caseras muy rica, y volvimos a Coco´s a tomar unos cockteles y escuchar música en directo. 

  De vuelta al hotel, a descansar.

Jueves 13. Con las fuerzas recobradas nos pegamos un buen madrugón y partimos dirección Washington por carreteras secundarias. 

Nos pasa algo sorprendente nada más salir del hotel: paramos para hacer una foto al cartel de Niagara, sin darnos cuenta de que justo al lado del cartel hay una policía. La mujer viene al coche y nos dice, muy enfadada, que le enseñemos la cámara para ver la foto. Un poco alucinada le paso mi cámara y tras ver esa foto y la anterior, me devuelve la cámara y más calmada me pide disculpas y me explica que está prohibido hacer fotos a los agentes sin su consentimiento. 

Pues vale, me lo apunto para la próxima. 





Comenzamos la ruta encantados con los paisajes, escogiendo en esta ocasión carreteras secundarias y evitando las autopistas. El otoño esta en plena explosión de colores y paramos cada dos por tres para disfrutar de las vistas.


Atravesamos una preciosa zona de montaña y paramos en Ellicotville, un pequeño pueblo de pelicula que nos encanta nada más llegar. 



Damos un pequeño paseo por la coqueta calle principal y desayunamos en una de las cafeterías unos muffins de arándanos gigantescos y un café. 








Seguimos nuestro camino por paisajes de pelicula,  pueblecitos alucinantes, más bosques, cementerios abiertos en plena naturaleza, reservas naturales, ciervos, mapaches... ZARIGÜELLAS... ¿alguien ha visto alguna vez una? Yo sí.

Comimos en un sitio por ahí perdido, que encontramos de casualidad, y ese sí que era de película... pero de las de miedo: Camioneros con pintas raras, la camarera con las tetas casi al aire, el cocinero paseándose por allí con el delantal sucio... a Rosi casi le da un infarto.




Pero Joaquín y yo tenemos un corazón aventurero y decidimos que LA AVENTURA ES LA AVENTURA. Y gracias a eso comimos las mejores costillas que habíamos probado en nuestra vida. Jo, se me hace la boca agua de acordarme. Y ni hablar de la tarta de manzana casera... uff, qué recuerdos.


 Cruzamos los Apalaches siempre acompañados de vistas espectaculares, y llegamos al condado de Lancaster al atardecer. En la oficina de turismo del Amish County 
nos atendió un señor mayor super amable que parecía un actor de cine y nos indicó los caminos más interesantes.

 Vimos las tiendas de artesanía AMISH y compramos una casita para pájaros a mi papi. Recorrimos las granjas, hicimos un par de foto de estranjis (por que no les hace ni gota de gracia que los fotografíen) y tomamos café y tarta en un sitio encantador, que tenía un gran mostrador de tartas y pastelería casera. Estaba anocheciendo y tuvimos que irnos por que aun nos quedaban dos horas de coche hasta Washington. Empezó a llover muchísimo y había tormenta, así que tardamos más de la cuenta en llegar.
Nos costó muchísimo encontrar el hotel!!!!!! Estaba al oeste de Wahington, en un pueblecito llamado Herdon, y sí, el pueblo lo encontramos enseguida, pero el hotel... yo no sé las vueltas que dimos. Paramos por lo menos a 10 personas para preguntar, afortunadamente TODAS hablaban español, desafortunadamente NINGUNA tenía ni puñetera idea de donde estaba el hotel. Teníamos un mapa, pero parecía no coincidir con lo que veíamos allí, por que parecía como si estuviera todo al revés. Avanzamos y retrocedimos varias veces. Y al final resultó que la calle era circular, y que nosotros estábamos en la mitad del círculo yendo y viniendo.
Menos mal que cuando llegamos al hotel, y vimos el pedazo de hotel que era, la súper pedazo de habitación en suite que teníamos y lo barato que nos había salido, se nos pasaron todos los males. El hotel es el Herdon Springhill Suites, de la cadena Marriot (http://www.marriott.com/hotels/travel/iadsh-springhill-suites-herndon-reston/). Era tardísimo y no sabíamos donde meternos a cenar. Así que al final fuimos a una gasolinera cercana y compramos unos perritos calientes. El empleado, que parecía Apu el de los Simpson, tenía unas ganas de conversación tremendas y no paraba de preguntarnos cosas de España.
Nos fuimos a dormir rendidos, como cada día.

Viernes 14. Desayunamos en el hotel, que lo teníamos incluido. Encantados con una maquina donde te hacías tus propios gofres. Y nos preparamos para visitar Washington D.C. En la recepción del hotel nos explicaron que es muy caro aparcar en la ciudad, así que nos indicaron para que aparcáramos el coche en un Park & Ride de las afueras y cogiéramos el metro. Llegamos genial con las indicaciones de la recepcionista. Aparcamos muy bien en la puerta de la estación y pagamos unos 5 dólares por todo el día, lo que nos pareció muy barato. Pero una vez dentro del metro… !!!QUE FOLLON!!! Después de estar 5 minutos intentando descifrar el sistema, un trabajador del metro que ya no podía más de la risa salió de la caseta para sacarnos él los tickets. Muy agradecidos. Para futuros visitantes a Washington el metro funciona de la siguiente manera: tienes que especificar en una maquina en qué parada te vas a subir y en qué parada te vas a bajar, y pagas el importe exacto. Y no te pases ni una parada, que luego el ticket no te vale.
Salimos frente al monolito, caminamos hasta el capitolio haciendo mil fotos. Para visitar el capitolio tienes que esperar cola, llegar a la caseta y pedir hora, es gratis, pero solo puedes entrar a la hora que estás citado, ni un minuto más. Nos dieron hora para las 2.00 p.m. Así que caminamos por la milla de los museos, paseamos entre los jardines, tomamos café en el Pavilion Café, un sitio chulísimo en medio del Sculpture Garden. Después fuimos hasta la casa blanca, vimos una manifestación contra la guerra de Irak y nos quedamos un rato viendo la cantidad de grupos pintorescos que acampaban por allí. De vuelta al capitolio comimos un perrito en un puesto de la calle y corrimos hasta el capitolio para que no se nos pasara la hora. Lo vimos por dentro haciendo mil fotos más, entre otras cosas por que como no nos enterábamos de las explicaciones en inglés, por lo menos nos entreteníamos con las fotos. Nos gustó mucho la visita. Salimos y cogimos el metro al cementerio de Arlington, lo recorrimos de arriba a abajo y fotografiamos todo. Esperamos un ratillo sentados frente a la tumba del soldado desconocido para ver el espectacular cambio de guardia. Luego cruzamos el Potomac hasta el monumento a Lincon. Desde arriba de la escalera, bajo la estatua de Lincon y con todo el parque en frente, te dan ganas de cantar el himno americano a todo pulmón. Pero no nos quedaban fuerzas ni para tenernos de pie, como para ponernos a cantar... lo que sí hicimos fue evocar a Forest Gum corriendo hacia su chica por el agua del estanque. Nos reímos un buen rato allí, sentados en las escaleras, acordándonos de en cuantas películas habíamos visto lo que ahora teníamos frente a nuestros ojos. Estábamos rotos de cansancio, así que nos dimos la última caminata hasta el monolito y desde allí regresamos en metro hasta nuestro coche.
Regresamos al hotel, nos pegamos un bañito en la piscina cubierta y en el jacuzzi, y compramos comida china para llevar en un restaurante que estaba justo en frente del hotel, muy barato y muy rico. Cenamos en la habitación, tirados en los sofás, con los pies en alto y recordando todo lo que habíamos visto a lo largo del día.

Sabado 15. Último día de nuestra aventura americana. Nos levantamos con toda la parsimonia del mundo, desayunamos como campeones y salimos dirección New York. Hicimos fotos del skyline de Baltimore y el de Philadelphia. Nos pusimos a pegar saltos y gritos de alegría cuando vimos Nueva york desde lejos, y seguimos saltando y gritando mientras cruzábamos el puente Ferragamo y nos adentrábamos en Brooklyn, eso sí, dejamos de saltar en cuanto nos dimos cuenta de que nos habíamos perdido por Brooklym... je,je, la culpa no fue del copiloto, que conste en acta.
De vuelta en el JFK nos despedimos de nuestro cochecito con lágrimas en los ojos y llamamos un taxi.

Estábamos muy tristes, pero también locos de contento por que nos quedaba por delante otra aventura igual de emocionante... 8 días en la gran manzana.

Continua el diario de Nueva York aquí:

Comentarios

Silvia Sánchez González ha dicho que…
Hola Miriam. Lo primero enhorabuena por tu blog porque es que lo leo y es como estar allí, me encanta. El caso es que nosotros nos vamos de luna de miel el año que viene y como me gusta tanto viajar pues ya estoy organizand todo esto en lugar de la boda jajaja. Bueno pues habíamos pensado ir a Nueva York y luego zona de mucha anturaleza pero loc ierto es que no queremos hacer mucha carretera entre otras cosas porque mi novio es camionero y no entiende vacaciones montado en un coche todo el santo día. Así que habíamos pensado ir a Nueva York, coger avión a Niagara y coger avión a Québec y en Québec disfrutar de naturaleza (las ballenas, el hotel Sacomite) pero por lo que leo parece que EEUU también tiene mucha naturaleza y a lo mejor nos vale más la pena centrarnos en Nueva York, Boston, Washington y Niagara y dejamos Canada para otra ocasión. ¿Podemos encontrar un hotel como el Sacomine por esa zona?. Gracias

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